POEMAS DE OTAGAKI
RENGETSU (TERCERA PARTE)
¿Está amaneciendo?
Ah, siento bastante frío
en esta nieve de pétalos de cerezo que caen
la persistente luna
se ha vuelto blanca.
Me pregunto si
saltando al agua
intentaba atrapar
las flores que caen...
una rana flotante.
El viento de primavera
todavía frío...
con tal aroma de flores de ciruelo
que no puedo cerrar
Viendo los verdes sauces
balancearse suavemente
en el comienzo
el primer viento de la primavera
Mi cabaña
oculta por las hojas que protegen del sol...
su alegría
la tenue luz de la luna
la luz de la luna del atardecer.
La noche persiste
en el bosque de Keshiki...
entre gotas de rocío
al abrigo de las hojas verdes-
un pequeño cuco llora.
Vagando por ahí
sin sombra en los campos de verano
sobre las espesas hierbas
buscando gotas de rocío-
una mariposa en vuelo
En la brisa de la mañana
un sauce de ribera
esparce sus hojas
en las aguas que fluyen...
así comienza el otoño...
Como esta capa
la luna sale
sobre el mar
su luz
tan llena como la marea.
Caminando por la bahía de Akashi
esta noche de luna
buscando
palabras adecuadas
para hablar de esta belleza
Como las olas del río
que suben y bajan...
cada noche, golpean las túnicas
en el pueblo de Otowa-
A través de la noche
crujiendo y susurrando...
los juncos de los campos
no llevan ni una gota de rocío
esta madrugada...
Tres, tal vez cinco
caquis de montaña que persisten
en las puntas de sus ramas
todavía se pueden ver
los colores del otoño.
Soplando
hojas rojas
a este lado del río...
arriba en la montaña
sólo los sonidos del vendaval.
Junto al brasero
olvidando el frío
durmiendo en la noche...
recogiendo violetas en un campo
visto en mi sueño.
¡Por favor, compre, por favor, compre!
Un viejo vendedor de carbón
llama con voz ronca...
la nieve que cae sobre mis mangas
al final del año.
Ir y venir
No siento ni
principio ni fin...
extraño como una nube blanca
¡este corazón mío!
En el viento de primavera
un sauce recuerda las cejas
de mi amado
mientras la luz del fuego también se balancea
el crepúsculo del pueblo.
Primavera
cuyas flores una vez contemplé
en la Montaña del Espejo...
ah, qué vergonzoso el reflejo
de mi pelo blanco como la nieve.
En el futuro
felicidad
y larga vida-
dos hojas que brotan
para crecer mil años.
Antes de la puesta de sol
en mi cabaña de montaña
un pequeño cuco canta...
Ah, para tener su compañía
mañana, en mi camino a Miyako.
Como una bellota caída
descansando
en una cabaña de matorrales
sola, perdida en sus pensamientos
al final del año...
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