Iida Takeji (seudónimo literario Dakotsu, 1885-1962) nació en la prefectura de Yamanashi, en el seno de la familia de un acaudalado terrateniente, donde la literatura había sido respetada durante generaciones.
Se interesó por la
poesía a una edad temprana, leyó muchas obras de Basho y comenzó a
escribir poemas.
Empezó a escribir haiku a los diez años,
soñando con convertirse en poeta. Aunque Takeji, como hijo mayor de
la familia heredaría la granja y se quedaría en la provincia para
siempre, en 1905, con el permiso de su padre, se marchó a Tokio e
ingresó en la Facultad de Letras de la Universidad de Waseda.
Pronto
conoció a Takahama Kyoshi. Desde el principio, Kyoshi, apreciando
mucho el potente talento del joven poeta, intentaría introducirle en
su visión de la naturaleza. Dakotsu publicó sus primeros poemas
serios en Hototogisu y al cabo de un tiempo se convirtió en miembro
de pleno derecho (el más joven) del selecto club de poesía fundado
por Kyoshi.
Contribuyó con sus haikus a todos los periódicos y revistas importantes ganando cada vez más reconocimiento entre los compañeros poetas. Sin embargo, estos poemas seguían careciendo de la sencillez, naturalidad y fuerza interior que característico de las obras posteriores de Dakotsu.
Escuchando las críticas, Dakotsu
trabajó duro en su estilo y se convirtió en director de la revista
Unmo en 1917.
De pronto Kyoshi anunció que se retiraba del mundo
del haiku y se dedicaría exclusivamente a la prosa, este
acontecimiento coincidió con el llamamiento del clan de la familia
Iida al heredero para que que regresara a Yamanashi y cumpliera con
sus responsabilidades en la granja.
Tras algunas vacilaciones
Dakotsu aceptó la petición de sus parientes y abandonó sus
actividades en Tokio, se despidió de sus amigos y regresó a la
provincia.
A partir de ese momento entró en un largo periodo de
vida dedicado a la contemplación de la naturaleza, que describe en
cientos y miles de bellos poemas. Cuando cinco años más tarde
recibió la noticia de que su maestro Kyoshi había vuelto a la
composición de haiku, ya no soñaba con la vida en la metrópoli y
se consideraba a sí mismo como un bardo rural, un poeta de montañas
y ríos:
no lejos, en la gran Edo
ya
las calles son como brocados-
y aquí las hierbas se han
marchitado...
Las hojas de boniato cubiertas de
rocío-
tan distintas son las formas
de las montañas lejanas
Redonda como la misma luna,
una
nube oscura cubre
la cara de la luna...
El comienzo de
la primavera
el tenue resplandor de los faroles
ilumina la
fiesta en el jardín...
La noche de luna nueva-
un niño
toca su pipa de pastor
para la luna...
Aunque los escritores nunca se
conocieron en persona, la poesía de Iida Dakotsu se acercó a la de
Akutagawa Ryunosuke.
Un día de otoño.
Las bayas de bambú
caen
sobre mi valla...
En el césped de un jardín
están
tan cerca
los arbustos de azalea...
Las lluvias de
primavera...
la madera bajo el alero
se cubre de hojas
verdes...
La vida tranquila en la provincia enriqueció la paleta de Dakotsu con todos los colores de la naturaleza y dio a su poesía la vitalidad primordial a la que muchos poetas de haiku que viven en una gran ciudad sólo pueden aspirar.
A lo lejos
el viento sopla en
los barrancos boscosos.
La nieve se derrite...
A través
del crepúsculo invernal
la voz de un milano en la
distancia-
Monte Ioe...
En una cesta de bambú
la
púrpura del caluroso verano indio-
las flores silvestres...
La primera colección individual de
Dakotsu, Refugio en las montañas (Sanro-shu), no se publicó hasta
1932. Le siguieron varios libros: El prado mágico (Reishi, 1937), Un
eco en las montañas (Sankyo-shu, 1940), y muchos otros. Su última
colección de haikus se publicó el año de la muerte del poeta
(1962)
Cuando murió fue su hijo Ryuta quien
le sucedió como director de Unmo.
atrapé una cigarra
la
miré a los ojos y vi que allí
el otoño se acerca...
Las estrellas de otoño...
su
luz azul verdosa
sobre un paso de montaña...
Limpiar el campo para la
primavera
con un bebé a la espalda
una campesina...
Horneando las batatas-
tan
profundo es el cielo azul
sobre la hoguera en el campo...
Una tarde de primavera
un leñador
está pensando en algo
en un tocón recién hecho...
Arando en primavera-
Un látigo
se agita a la luz de la luna.
El viento sopla más fuerte...
A través de la oscuridad de la
noche
Suena de valle en valle
El tañido de la campana...
Cometas, gaviotas,
velas
cubiertas de niebla-
esta vista del puerto...
La meseta duerme.
En la noche
las cigarras dejaron de llorar.
Fuji en el cielo...
En una noche con rocío
las montañas
parecen
vecinas de al lado
Atardecer en la nieve
es como una
carta leída
muchas veces.
Inumerables estrellas
Parecen
algas flotando
En mi mente
Como una ráfaga
de aire
fresco
llega un hombre
chillan a la luna
en el
día de sanpuku ...
cormoranes salvajes
Fuentes consultadas:
- Alexander Dolin, The fading golden age of Japanese poetry, 2015.©
- Wikipedia.org
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