Pocos años después,
Masajo tendría que sufrir también la pérdida de su hermana mayor, conocida
poeta, y la de su propio esposo, y además que la única hija que tuvo con éste quedara
bajo la custodia de la familia del fallecido.
Sólo cuatro meses después de la pérdida de su hermana la
obligan a casarse con su cuñado, lo que supone que Masajo se convierta en dueña
de la posada familiar (todavía hoy en funcionamiento como hotel) y madrastra de
cuatro niños.
Al año siguiente muere su padre, a quien estaba muy unida. Masajo, infeliz, se deja llevar por una
relación amorosa con un joven oficial de la marina, siete años menor que ella,
del que se enamora profundamente y que será su amante durante 40 años.
En 1949, su negocio es destruido por el fuego, pero gracias
a sus amigos Masajo pudo reunir el dinero necesario para construir un nuevo
edificio y abrir de nuevo el negocio cuando cumplió 50 años. Pero poco le duró
la felicidad ya que su esposo, enfermo, propuso a Masajo un ultimátum: o se
quedaba con él para cuidarlo o perdía todo. Masajo prefirió marcharse sólo con
alguna de sus pertenencias más queridas.
De nuevo sus amigos, la mayoría del mundo del haiku, acuden
a su rescate y la ayudan para comprar y abrir Unami (Olas de verano) un
restaurante en Ginza, donde Masajo estuvo atendiendo personalmente cada día hasta
los noventa años. Muchas de las vivencias en ese restaurante fueron plasmadas
en sus haikus.
Falleció en 2003, a los 96 años en Kyoto.
Su amor por el haiku comenzó en 1936, bajo la dirección del
maestro de su difunto hermano, Hakusuirö Oba. Posteriormente se unió al grupo
de haiku shunto "Luz de Noche Primavera" y estudió bajo la guía del
Mantaro Kubota hasta la muerte de éste en 1963. Pronto destacó como poeta con
un estilo muy personal.
Recibió diversos honores por su obra entre los que destaca
el Premio Dakotsu considerado el máximo galardón en el mundo de haiku, en 1998
por su séptimo libro, Shimokuren (Magnolia púrpura).
La obra de Masajo es transgresora, muchos de sus haikus son
confesiones íntimas y hablan del amor, la pasión y también de dolor.
Esta es una pequeña parte de los 2.576 haikus de sus siete
libros publicados entre 1955 y 1998
el amor cumplido...
las luciérnagas
esperan tranquilamente
el amanecer
se hunde el cuchillo
en el melocotón
blanco
como en un cuerpo.
kimono fino de verano
-
ah, no puedo por mi
vida resistir
este amor ardiente
por él
ah, nuestra gran
diferencia de edad!
cambiar a ropa de
verano
luz de luciérnagas -
he caído en desgracia
del camino de la
mujer
gran resplandor del
atardecer -
en el color del fuego
que
quemó nuestra casa
la cáscara de una
cigarra -
en este cuerpo único
se acumulan los
dolores
a un campo de
violetas
viniendo como
pecadores
dos de nosotros
sola en este mundo –
una mujer sin hogar
la nieve se asienta
anhelando a mi amado
-
caliento una baya
verde
en la palma de mi
mano
deseando enamorarme
me meto una fresa
en la boca
en lo profundo del
kimono
he escondido su carta
de amor -
tomando el sol
más que a nadie
a esta persona amo
en la hierba marchita
con todo mi corazón
amé a un hombre -
¡tan pasado!
el frío de principios
de febrero
fresco en el amor -
dos luciérnagas se
han hundido profundamente
en la hierba
frío que hiela el
alma -
entre las cosas que
uno no debe hacer
es una aventura
amorosa
hierba marchita,
cuando pienso en mi
amor,
se vuelve dorada
la llovizna invernal,
los recuerdos de
abrazar
y abrazándome.
el cuerpo de la mujer
se enfría
más frío que el
cuerpo
del pescado que compró
otoño para la mujer -
habiendo teñido mi
pelo,
me siento algo triste
puede que haya robado
hombres
pero nunca he robado
nada -
enrollando la
persiana de ratán
las hierbas secas...
hasta su color me
daña los ojos.
he sido infiel.
“Morir ahora
juntos...”
me susurró al oído
una noche de
luciérnagas.
bola de arroz
hervido...
hasta al hombre que
amo
le estoy mintiendo
brotes en otoño
tan frescos como el
rostro de
una mujer enamorada
kimono de seda ligero
-
tener una aventura
que haga
a otra persona
infeliz
hija y madre
pequeña charla
los fríjoles
instantáneos
grita un alcaudón,
del mismo modo
el corazón de una
mujer
un cojín para el
esposo
que he tomado
prestado,
cielo nublado.
El verde ciruelo
y una mujer tentada
por un plan perverso.
¡Hermosa presentación, Leti!
ResponderEliminarTan interesante como desdichada (en gran parte) la vida de Masajo. Sin embargo, al parecer, el amor pudo más y nos ha legado estos haikus de íntimas vivencias. ¡Muy bellos!
Gracias, amiga. Solo añadir que cambié de servidor y me ha habilitado el comentario.
Un gran abrazo.
Gracias a ti por tu fiel compañía en este lugarcito.
EliminarUn cariñoso abrazo.