Ito
Sachio (1864-1913) fue un poeta y novelista japonés del período
Meiji, conocido principalmente por su contribución al desarrollo del
tanka.
Nació en la prefectura de Chiba y su verdadero nombre era Ito Kōjirō. Fue discípulo de Masaoka Shiki, una figura clave en la modernización del tanka. Tras la muerte de Shiki, Sachio se convirtió en uno de los principales exponentes del movimiento Shikō-ha, que buscaba revitalizar el tanka dándole un tono más natural y directo.Su estilo poético se caracteriza por la sencillez, el realismo y una profunda emoción expresada en versos breves. Como líder del grupo Araragi, influyó en poetas posteriores como Saitō Mokichi y Yosano Akiko.
Además de su poesía, Ito Sachio también es recordado por su novela "Nogiku no haka" (1906, "La tumba del crisantemo silvestre"), una historia trágica de amor juvenil que tuvo gran impacto en la literatura japonesa.
En el año 1913 Sachio falleció de una hemorragia cerebral, dejando numerosos poemas y otras veintiocho obras entre novelas cortas y relatos.
Por ti salí
a los campos de primavera
a recoger brotes tiernos,
mientras sobre mis mangas
seguía cayendo la nieve.
A través del campo
bañado en luz púrpura,
te veo agitar la manga.
¿No lo verá el guardián de la pradera
cuando me despides así?
Desde lo alto de la montaña
en la cabecera del valle,
las olas de bambú
fluyen silenciosas
cuando el viento no sopla
El puente flotante
de los sueños en la noche primaveral
se desvanece...
como las nubes alargadas
que se separan en las cumbres.
Incluso en mis sueños
mi corazón sigue turbado,
pues hoy vuelvo a pensar
en esa persona indiferente
que no me corresponde.
Pensando en ti,
en un crepúsculo
otoñal y melancólico,
hasta el canto de los insectos
me llena de tristeza.
En el campo árido,
brilla el rocío en la hierba,
efímero y falso,
como los crisantemos
que florecen en la soledad.
Siguiendo el viento,
la mariposa de otoño
en el campo árido
busca su propia sombra
donde ya no hay flores
El viento pasa
por las hojas doradas,
y entre ellas
un pequeño pájaro
persigue su propia sombra.
En los campos
donde el otoño se va,
la hierba se inclina,
y en su sombra
cantan los insectos.
En el pueblo,
donde la luz de la luna
entra silenciosa,
una voz en la noche fría
rompe la soledad.
Cuando pienso,
siguiendo el viento triste,
veo la hierba del campo
doblarse en la brisa
cargada de rocío.
En la quietud del lago
donde se refleja
la vela blanca,
se oye el graznido de los patos
en la tarde de otoño
En los campos de otoño,
el viento susurra
sobre las flores silvestres,
un murmullo lejano
como su voz en mis recuerdos
En el crepúsculo,
las olas en la orilla
son como mi corazón:
van y vienen,
sin poder olvidar.
Entre los campos
donde florecen los crisantemos,
tu sombra sigue ahí,
como un eco
de aquel lejano otoño.
La brisa de primavera
sopla sobre el río—
las hojas flotan
como mis pensamientos,
lejos de mi alcance.
Los cerezos caen,
uno a uno en la brisa.
Así también
los días que pasamos
se desvanecen.
Lluvia en la noche,
golpea suave el tejado...
en mi corazón,
un eco de tus palabras
que nunca olvidaré.
En la orilla,
las olas susurran su historia.
Cada espuma blanca
parece una promesa
que se rompe al llegar.
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