El amor en el haiku: Suzuki Masajo

 



Suzuki Masajo nació el 24 de noviembre de 1906 en el seno de una familia de empresarios  muy conocidos. Cuando Masajo tenía cinco años su madre fallece y dos años más tarde su padre vuelve a contraer matrimonio con una geisha.

 Pocos años después, Masajo tendría que sufrir también la pérdida de su hermana mayor, conocida poeta, y la de su propio esposo, y además que la única hija que tuvo con éste quedara bajo la custodia de la familia del fallecido.

Sólo cuatro meses después de la pérdida de su hermana la obligan a casarse con su cuñado, lo que supone que Masajo se convierta en dueña de la posada familiar (todavía hoy en funcionamiento como hotel) y madrastra de cuatro niños.

Al año siguiente muere su padre, a quien estaba muy unida.  Masajo, infeliz, se deja llevar por una relación amorosa con un joven oficial de la marina, siete años menor que ella, del que se enamora profundamente y que será su amante durante 40 años.

En 1949, su negocio es destruido por el fuego, pero gracias a sus amigos Masajo pudo reunir el dinero necesario para construir un nuevo edificio y abrir de nuevo el negocio cuando cumplió 50 años. Pero poco le duró la felicidad ya que su esposo, enfermo, propuso a Masajo un ultimátum: o se quedaba con él para cuidarlo o perdía todo. Masajo prefirió marcharse sólo con alguna de sus pertenencias más queridas.

De nuevo sus amigos, la mayoría del mundo del haiku, acuden a su rescate y la ayudan para comprar y abrir Unami (Olas de verano) un restaurante en Ginza, donde Masajo estuvo atendiendo personalmente cada día hasta los noventa años. Muchas de las vivencias en ese restaurante fueron plasmadas en sus haikus.

Falleció en 2003, a los 96 años en Kyoto.





Su amor por el haiku comenzó en 1936, bajo la dirección del maestro de su difunto hermano, Hakusuirö Oba. Posteriormente se unió al grupo de haiku shunto "Luz de Noche Primavera" y estudió bajo la guía del Mantaro Kubota hasta la muerte de éste en 1963. Pronto destacó como poeta con un estilo muy personal.

Recibió diversos honores por su obra entre los que destaca el Premio Dakotsu considerado el máximo galardón en el mundo de haiku, en 1998 por su séptimo libro, Shimokuren (Magnolia púrpura).

La obra de Masajo es transgresora, muchos de sus haikus son confesiones íntimas y hablan del amor, la pasión y también de dolor.

Esta es una pequeña parte de los 2.576 haikus de sus siete libros publicados entre 1955 y 1998

 

el amor cumplido...

las luciérnagas esperan tranquilamente

el amanecer

 

 

 

 

se hunde el cuchillo

en el melocotón blanco

como en un cuerpo.

 

 

 

kimono fino de verano -

ah, no puedo por mi vida resistir

este amor ardiente por él

 

 

 

ah, nuestra gran

diferencia de edad!

cambiar a ropa de verano

 

 

luz de luciérnagas -

he caído en desgracia

del camino de la mujer

 

 

 

gran resplandor del atardecer -

en el color del fuego que

quemó nuestra casa

 

 

la cáscara de una cigarra -

en este cuerpo único

se acumulan los dolores

 

 

a un campo de violetas

viniendo como pecadores

dos de nosotros

 

 

sola en este mundo –

una mujer sin hogar

la nieve se asienta

 

 

anhelando a mi amado -

caliento una baya verde

en la palma de mi mano

 

 

deseando enamorarme

me meto una fresa

en la boca

 

 

 

en lo profundo del kimono

he escondido su carta de amor -

tomando el sol

 

 

 

más que a nadie

a esta persona amo

en la hierba marchita

 

 

con todo mi corazón

amé a un hombre - ¡tan pasado!

el frío de principios de febrero

 

 

 

fresco en el amor -

dos luciérnagas se han hundido profundamente

en la hierba

 

 

 

frío que hiela el alma -

entre las cosas que uno no debe hacer

es una aventura amorosa

 

 

 

hierba marchita,

cuando pienso en mi amor,

se vuelve dorada

 

 

la llovizna invernal,

los recuerdos de abrazar

y abrazándome.

 

 

el cuerpo de la mujer se enfría

más frío que el cuerpo

del pescado que compró

 

 

otoño para la mujer -

habiendo teñido mi pelo,

me siento algo triste

 

 

 

puede que haya robado hombres

pero nunca he robado nada -

enrollando la persiana de ratán

 

 

 

las hierbas secas...

hasta su color me daña los ojos.

he sido infiel.

 

 

 

“Morir ahora juntos...”

me susurró al oído

una noche de luciérnagas.

 

 

 

bola de arroz hervido...

hasta al hombre que amo

le estoy mintiendo

 

 

 

brotes en otoño

tan frescos como el rostro de

una mujer enamorada

 

 

 

kimono de seda ligero -

tener una aventura que haga

a otra persona infeliz

 

 

 

hija y madre

pequeña charla

los fríjoles instantáneos

 

 

 

grita un alcaudón,

del mismo modo

el corazón de una mujer

 

 

 

un cojín para el esposo

que he tomado prestado,

cielo nublado.

 

 

 

El verde ciruelo

y una mujer tentada

por un plan perverso.

 

 

 

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